El amor es una locura. Literalmente. Es que, según los estudios, el amor y el trastorno obsesivo-compulsivo pueden tener un perfil químico similar. De hecho, para muchos expertos en la materia, a veces es difícil distinguir el amor de la locura en términos químicos. Así que decir que estamos locos de amor no es una exageración. Lo que sucede es que, cuando estamos enamorados, altos niveles de dopamina se liberan en ciertas áreas del cerebro, como el sistema de recompensa, afectando nuestro sistema nervioso.
Y ¿esto es bueno o malo? pues ni una cosa ni la otra. Esta hormona simplemente se segrega cuando una persona realiza actividades que le hacen sentirse bien, como pasar tiempo con los amigos, como tener sexo e incluso cuando satisfacemos ciertas adicciones. Por ejemplo, la dopamina contribuye a que hacer el amor y consumir cocaína o alcohol sean experiencias igual de placenteras. Pero esta no es la única hormona que se libera cuando estamos enamorados. De hecho, lo que ocurre en nuestro cerebro en situaciones como estas se traduce en una descompensación química importante.
Los niveles de cortisol (la hormona del estrés) aumentan, así como también la oxitocina, la hormona del vínculo afectivo que es la que se libera con el contacto físico (un abrazo, una caricia o un beso), mientras que los niveles de serotonina también se ven afectados en gran medida.
Si esto es lo que ocurre cuando nos enamoramos, ¿qué es lo que sucede en nuestro cerebro cuando rompemos con esa persona a la que amamos? Se podría decir que la descompensación ocurre a la inversa. Los niveles de dopamina, oxitocina y vasopresina caen de forma abrupta, mientras que los de cortisol incrementan y el sistema nervioso entra en crisis buscando compensar la pérdida. La ruptura amorosa viene a hacerle al enamorado el daño que la abstinencia le hace al cuerpo de un drogadicto que quiere rehabilitarse. Es entonces cuando el amor duele y no es un simple decir, también es literal.
Estudios de neuroimagen han mostrado inclusive que el dolor emocional de una ruptura activa las mismas áreas del cerebro que el dolor físico, como la corteza cingulada anterior y la ínsula. Esto explica el agotamiento y la fatiga crónica que experimentamos muchas mujeres luego de una separación amorosa, además de la pérdida del apetito, el insomnio y las defensas bajas. Sin embargo, aunque esto es lo que apunta la ciencia con respecto a lo que sucede en nuestro cerebro cuando nos rompen el corazón, la respuesta a por qué duele el amor todavía no ha sido respondida.
Para la socióloga y escritora franco israelí, Eva Illouz, son las fuerzas institucionales y estructuras sociales que moldean nuestra forma de amar en la actualidad las responsables del dolor emocional que implican las rupturas amorosas, así lo afirma en su libro POR QUÉ DUELE EL AMOR. En concreto, Illouz se refiere a esas ideas que aprendimos de la sociedad actual, a través de la música, las películas, las series y las redes sociales, y que son las responsables de nuestras expectativas poco realistas.
Pero además, Illouz critica que en las relaciones actuales se le da demasiada importancia a la individualidad y a la satisfacción personal, hábito que la sociedad no hace más que afianzar. Cada uno busca más su propio beneficio que construir un vínculo fuerte y duradero con la pareja. También critica cómo la cultura consumista ha convertido al amor en un producto más que se juzga y se compara con otros, en lugar de vivirlo de manera genuina. Esto genera muchas inseguridades, porque estamos constantemente evaluando si nuestra pareja es lo “suficientemente buena” en comparación con los estándares e ideales que vemos en la sociedad, en lugar de enfocarnos en construir un amor sólido basado en la entrega mutua y la conexión emocional profunda. Y ni hablar de los estereotipos de belleza y los estándares de lo que significa el verdadero amor.
Si estás atravesando por una ruptura, este es un buen momento para que te replantees los conceptos que constituyen tus ideas acerca del amor. Y digo que es un buen momento porque las rupturas nos permiten conectar con nuestra verdadera identidad, alejándonos de los roles y expectativas que la sociedad, la familia o la pareja nos habían impuesto. Momentos como estos nos obligan a cuestionar quiénes somos realmente y qué queremos, lejos de las ataduras previas. En conclusión, este es un buen momento para volver a empezar y, quizá, después de todo, un nuevo comienzo es lo que necesita esa relación con tu ex (guiño de ojo).