Hablar sobre las separaciones amorosas no estaba bien visto hasta que Shakira revolucionó internet con su sesión 53 en colaboración con BZRP. 48 horas después, Miley Cyrus lanzó Flowers. Ambos temas se convirtieron en grandes éxitos comerciales a nivel mundial más rápido que cualquier otra canción en la historia y pronto batieron más récords importantes en la industria musical. Ambas producciones tratan de un mismo tema, y en ambas las alusiones a las exparejas de las artistas son claras. Pero mientras una destila despecho y coraje, la otra escoge hablar del amor propio y el perdón. De cualquier forma, hasta entonces, todo lo que hacíamos las mujeres con el corazón roto era guardar un doloroso silencio, aunque nos estuviéramos muriendo de sufrimiento, aunque lo mejor hubiese sido hablar sobre ello.
En una entrevista para la revista Vogue España, la Dra. Caroline West, experta en relaciones, explica el motivo: “Nos criamos con la perorata de que los trapos sucios se lavan en casa, con la idea de que una separación es un fracaso personal, incluso sintiendo más miedo o vergüenza ante los juicios ajenos que dolor por la propia ruptura”. Luego, están todos los estigmas relacionados a la soltería (y ni hablar de lo mal visto que es criar hijos sola) porque hemos concebido la relación de pareja como un fin último o como lo que le da sentido a la vida. Por la razón que sea, hablar de nuestro sufrimiento tras un rompimiento no siempre es fácil pero sí bastante necesario. Inclusive puede ser la clave para restaurar la relación.
El psicólogo y escritor canadiense Jordan Peterson sostiene, en el capítulo 9 de su libro 12 REGLAS PARA LA VIDA, que la gente necesita hablar porque así es como la gente piensa, y “la gente necesita pensar o, de lo contrario, va dando palos de ciego y acaba cayéndose en cualquier pozo. Cuando la gente piensa, realiza una simulación del mundo y planifica cómo actuar. Si la simulación es buena, pueden llegar a identificar las estupideces que no deberían hacer. Y entonces, al no hacerlas, no tienen que sufrir sus consecuencias. Esa es la razón de ser del pensar, pero no podemos hacerlo solos”. Es aquí donde los amigos juegan un papel fundamental en nuestras vidas y más vale que sean los mejores escuchando y se ahorren la charla del “te lo dije” o la del “él no te merece”, señalamientos que poco aportan al análisis de la situación de quien sufre.
Pero además, añade Peterson, necesitamos hablar porque “una gran parte de lo que consideramos funciones mentales saludables es el resultado de nuestra capacidad de utilizar las reacciones de los demás para poder seguir siendo operativos en toda nuestra complejidad”. En otras palabras, de esa interacción que ocurre entre lo que decimos y a quién se lo decimos aprendemos mucho y aún más que eso: en la medida que hablamos vamos dándole nueva forma a la situación caótica en la que nos encontramos y nos es posible restablecer el orden y alcanzar la claridad. “Tanto la psique (el alma) como el mundo se organizan en los niveles superiores de la existencia humana con el lenguaje, a través de la comunicación” apunta Peterson. De modo que hablar nos permite ordenar los hechos, evaluar la situación, responder a preguntas importantes acerca de la ruptura y determinar qué haremos a continuación ¿superarlo o luchar por la relación?
De cualquier manera, que canciones como Flower y BZRP Music Sessions: Vol.53 se hayan convertido en éxitos internacionales indiscutibles habla de la necesidad que teníamos las mujeres de cantar desde nuestro dolor, de soltarlo, de expresar nuestro sufrimiento sin ser reprobadas, de asumirlo con la cara en alto, empoderadas (al mejor estilo de Shakira y Miley) y sin la vergüenza que representaba antaño. La era de esconder las rupturas amorosas se terminó y qué bien nos ha hecho. Sí, en muchos casos necesitábamos desquitarnos gritando a los cuatro vientos que “una loba como yo no está pa tipos como tú”, pero en otros también necesitábamos reconocer que “lo nuestro era bueno, lo nuestro era oro” y aunque nosotras también podemos comprarnos flores, podemos sacarnos a bailar, tomarnos de la mano y amarnos a nosotras mismas mejor que cualquier ex (como dice Miley), podría ser que nuestras relación con nuestro ex valga la pena y merezcamos una segunda oportunidad.